sábado, 14 de septiembre de 2013

Permacultura


Me crié entre patatas, tomates y lechugas pero poco a poco el camino de mi vida se ha ido alejando de la huerta hasta que las circunstancias me obligaron a sentarme en una piedra y reflexionar; el agua de la fuente estaba fresca y a su alrededor surgía vida por todos lados... ¿quizás era el momento de arrancar ese motocultor con el que me gané mis primeras propinas hace treinta años.


Inicié pues un proceso para acercar mi vida a ese huerto paralelo que siempre, o casi siempre, había estado ahí;  me sorprendió que ahora lo llamaran huerto orgánico hasta que entendí que a ese lugar en el que fabrican tomates de plástico también le pueden llamar huerto, así que hay que ponerle apellido al huerto de toda la vida.... orgánico, dicen.

Llevado por mi nuevo interés por la horticultura y gracias a los senderos de Internét me topé con el Akenatón de la agricultura, una herejía orgánica llamada Permacultura que me fascinó;   lo que entendí en su día como conceptos trasnochados del movimiento hippie, ideales para fumados con pocas ganas de trabajar, se me representó ahora como toda una filosofía de vida sostenible para un planeta agotado que entronca con la concepción Zen de la perfección.

En 1913 nace un japones llamado Masanobu Fukuoka que un buen día empezó a dudar de los método tradicionales de agricultura y empezó a observar la naturaleza, dejó su trabajo como científico y regresó a la granja familiar para practicar lo que él llamó "agricultura natural", un método de trabajo basado en la naturaleza y que atiende a los siguientes principios:

- No arar.
- No usar abonos ni fertilizantes.
- No eliminar las malas hiervas.
- No podar.
- Meter semillas en bolas de arcilla y repartirlas por el suelo para que sea la naturaleza la que se encargue del resto.

Ya me dirás si con estos principios no es lógico pensar que el tal Fukuoka era un "fumao" con pocas ganas de trabajar.

Pero el resultado fue asombroso que llevó a su granja a convertirse en un vergel.

Una vez terminada la segunda guerra mundial las fábricas de armas de los aliados tenía un enorme stock de componentes químicos a los que tenían que dar salida y viendo sus posible uso como fertilizantes crearon en el mercado una necesidad que no existía, lo llamaron cultivos intensivos.

Prometieron al agricultor que dedicándose a un solo cultivo y comprando la carísima maquinaria agrícola necesaria tendría unos enormes beneficios económicos, pero no contaron (o si) que con los monocultivos vendrían las monoplagas y claro, harían falta productos para eliminarlas;  también los suelos se agotarían y harían falta los fertilizantes que tenían las empresa de armamento... ¡que curioso!

En los 70 dos ecologista australianos, Mollison y Holmgren  crearon el concepto de permacultura y lo llevaron mas allá de la agricultura, una forma de vivir pasada en los siguientes principios éticos:

- Cuidar la tierra.
- Cuidar a las personas.
- Generosidad con los excedentes.

En mi inmensa humildad he hecho dos jardineras basadas en los principios de la permacultura en las que crecerán varias plantas distintas asociadas y en las que no se arrancarán raíces (lo que nazca en la jardinera morirá en la jardinera), no se usarán abonos, solo materia orgánica descompuesta y en las que la tierra no se expondrá a las inclemencias del tiempo, estará en todo momento protegida por un acolchado que mantendrá la humedad y la ligereza de la tierra, lo que evitará tener que realizar trabajos agrícolas.

Ya te iré contando como evoluciona esta nueva inquietud, de momento te dejo una lista de reproducción que hice en Youtube con todos los vídeos interesantes que encontré sobre el tema.

 

Como cada nueva inquietud que me surge he hecho un blog para recoger los resultados, ya me dirás que te parece:

http://lahuertadelogio.blogspot.com.es/

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